¿CÓMO LLEGÓ HITLER AL PODER?


Tras la I Guerra Mundial se firma el famoso Tratado de Versalles, que contenía duros castigos y sanciones para Alemania. Una cláusula irritó especialmente: el artículo 231, que les obligaba a asumir toda la responsabilidad como iniciadores de la contienda. Para pagar las reparaciones los vencedores entre otras cosas les retiraron el 13% de su territorio, redujeron su ejército y les hicieron pagar 269.000 millones de marcos de oro.



En Alemania, la primera parte de la década de 1920 fue una época de malestar social, económico y político. Las desorbitadas reparaciones redujeron la producción industrial alemana, imposibilitando hacer frente a las deudas. Como consecuencia, el gobierno de la República de Weimar comenzó a emitir papel moneda, que carecía de respaldo en oro y no era convertible en este metal precioso. La fuga de marcos de oro (la parte de la emisión monetaria que sí tenía respaldo en oro del gobierno alemán) causó un importante daño a la economía, en tanto la República de Weimar debía utilizar papel moneda impreso para cubrir sus demás actividades, principalmente para afrontar sus propias necesidades internas. Al aumentar desmesuradamente el flujo de dinero circulante entre la población, éste empezó inevitablemente a devaluarse. 


Esto provocó un desorden monetario provocado por la subida rápida e incontrolada de los precios. La moneda perdió su valor y los salarios crecieron a menor ritmo que los precios y con ello se erosionó su poder adquisitivo. La hiperinflación causó tensiones en el país bávaro y desprestigio hacia el gobierno, dando lugar a un generalizado pesimismo futuro, llegando a modificar los hábitos de una amplia sección de la sociedad.


La hiperinflación fue la principal causa del ascenso de movimientos que iban desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha del espectro político, y cuyo objetivo era tratar de derrocar al gobierno. No obstante, otros factores que ayudaron a la subida de partidos en este caso de derechas fue que el ejército alemán no aceptó haber perdido la guerra en el campo de batalla, y acusó a judíos y a civiles y políticos de izquierdas de traicionar al país. La expresión “puñalada por la espalda” cuajó in­cluso entre muchos alemanes que inicialmente habían apoyado tanto la paz como la república. Fue una jugada maestra a la hora de escurrir el bulto de la humillación de Versalles y cargarlo a las espaldas de estos colectivos.


Este hecho no fue ignorado por Hitler, quien ya había descubierto su talento para la oratoria, estando destinado a dictar cursos en el ejército sobre el peligro comunista y profundizar los sentimientos de nacionalismo. En esta función, Hitler conoció el Partido Obrero Alemán, que posteriormente se convirtió en el NSDAP. Esto significó el comienzo de su carrera política.



No podemos olvidar que la Revolución Rusa había ocurrido unos años atrás y Europa se encontraba inmersa en lo conocido como “Temor Rojo”, una época de anticomunismo ante la incertidumbre futura del sistema bolchevique. Según el futuro Führer, el comunismo es una conspiración judía y una gran parte de los dirigentes comunistas es judío. 


Otro aspecto que se encargó de enfatizar el autor del “Mein Kampf” era la superioridad de la raza alemana en todos los aspectos, no solo respecto a los judíos. Según él existían razas inferiores y superiores. Los alemanes están entre los pueblos de razas superiores y los judíos o eslavos en inferiores. Con esto, lograba ensalzar el sentimiento patriótico alemán y el rencor o el deseo de venganza que sentía hacia el resto de Europa.


Por último, me gustaría explicar su apoyo en la religión y cómo se sirvió del sentimiento religioso para llegar al poder. El votante nazi tipo era trabajador de clase media protestante que vivía en una granja o en una pequeña comunidad, según Seymour Lipset. Cabe destacar que Hitler y los líderes nazis hicieron uso tanto de la simbología cristiana como pagana en su propaganda dirigida al pueblo alemán. Un estudio de la Universidad de Cambridge concluyó que existía un efecto de interacción entre la religión (Católica y Protestante) y los grupos sociales en el voto nazi. Con los datos analizados, los investigadores concluyeron que el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán no era el de los trabajadores católicos, pero sí el de los protestantes. Los católicos que apoyaban en su mayoría a Hitler eran de clase media y alta.



La principal razón por la que los protestantes lo apoyaban era porque se sentían amenazados. Desde la proclamación de Guillermo I como emperador, habían visto amenazada su fe, debido al conservadurismo católico del gobierno. Entre las bases ideológicas del NSDAP había claras referencias hacia el protestantismo. Además, a pesar de que el clero protestante era oficialmente neutral, muchos de sus obispos vieron en el nazismo el cumplimiento de la política de su fe. 



No obstante, el camino de Hitler a lo alto de Alemania no fue para nada fácil. En 1923 protagonizó el Putsch de Múnich, siendo su partido disuelto y él, capturado. Levantada su prohibición, el partido se refundó y los nazis participaron en las elecciones restantes de los años veinte. En las elecciones de la década de 1930, impulsados por los problemas económicos de Alemania, incrementaron sus votos considerablemente convirtiéndose en el segundo mayor partido en el Reichstag. En las elecciones parlamentarias de julio de 1932, los nazis alcanzaron un total de 13,57 millones de votos, y se convirtieron en el bloque más votado en el Parlamento. Sin embargo, esta victoria fue insuficiente para que Hitler accediese a la Cancillería. Después de forjar una alianza con el Centro Católico y los Nacionalistas en el Parlamento, y en vista de que los nazis habían ganado 2 procesos electorales, Hitler fue nombrado por el presidente Hindenburg canciller el 30 de enero de 1933. El resto es historia.


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